Una noche que marcó a Cotlliure

Residentes escapan de incendio en Cotlliure. Fue de madrugada, cuando las calles aún dormían, que el fuego decidió gritar su furia. En Palma, en la calle Cotlliure, un piso ardía como si la tristeza tuviera forma de llama. Los que vivían allí, entre el miedo y el humo, salieron corriendo, dejando atrás su hogar chamuscado. Uno de ellos, tocado por el humo, tuvo que ser atendido. Pero vivió. Todos vivieron.

La cocina, el punto de partida

El incendio empezó en la cocina. Justo ahí, donde antes se cocinaba vida, ahora todo era ceniza. Las llamas no avisaron. Según los bomberos de Palma, todo se desató sobre las seis de la mañana. Ellos llegaron rápido, con el alma firme y las mangueras listas. Entraron al fuego, lo cortaron, lo callaron. Pero el humo, silencioso y traicionero, se quedó. Lo impregnó todo. Dejó su rastro en cada rincón del piso.

El fuego y el olvido: ¿Dónde estaba el extintor?

A veces, en estos casos, uno se pregunta cosas. ¿Había un extintor? ¿Estaba a mano? El fuego avanzó sin freno, como si nadie pudiera frenarlo. En hogares como ese, tener un extintor no es lujo, es necesidad. Muchos olvidan lo básico. Y cuando arde la casa, ya es tarde para pensar. Un pequeño gesto puede evitar una tragedia. Y esta, aunque no mortal, fue un golpe seco al pecho.

¿Y si hubiera habido un extintor co2?

El humo fue el que casi mata. Uno de los vecinos acabó intoxicado, por suerte, leve. Pero si se hubiese tenido a mano un extintor co2, las cosas habrían sido distintas. Ese tipo de extintores apagan fuegos eléctricos y de cocina sin dejar residuos. Tal vez la cocina seguiría viva, tal vez el susto habría sido menor. Lo que pasó, ya no se borra. Pero lo que viene, aún se puede prevenir.

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