Sanciones, terrazas y excesos: la cara menos festiva de San Fermín.
Pamplona: cuando la fiesta estalla y la normativa también
Pamplona, señora mía, no duerme en julio. Se viste de blanco, se anuda el pañuelo rojo y abre de par en par sus puertas al mundo para que corran los toros, los litros de cerveza y los euros. Pero en medio de tanto jolgorio, tanto turista con ganas de jarana y tanto hostelero exprimiendo la caja registradora como si no hubiera un mañana, hay otro protagonista silencioso: el boletín de denuncia. Uno discreto, sí, pero letal.
Las cifras no engañan. En los primeros compases de los Sanfermines de 2025, más de 400 sanciones han caído sobre los bares y restaurantes de Pamplona. No hablamos de errores menores ni de algún cartel fuera de lugar. No. Hablamos de sanciones que tienen nombres y apellidos: ocupación ilegal de la vía pública, música a volumen de festival de techno y, cómo no, venta de alcohol fuera de horario. Una trinidad perfectamente conocida por quienes cada año se juegan el tipo –y la caja– en estas fechas.
Los motivos más frecuentes: errores que se repiten cada julio
La historia se repite como una letanía mal recitada. Las multas por terrazas sin autorización ocupan el primer lugar. Vienen seguidas de esas otras por convertir los bares en discotecas improvisadas. Y por supuesto, no podía faltar el clásico de servir copas hasta las tantas con la excusa de que “estamos en fiestas”.
Los hosteleros, entre tanto, van al límite. Atienden sin parar, recogen vasos con reflejos de ninja y rezan por que los inspectores no se pasen por su puerta. Pero los inspectores llegan, vaya si llegan. Y cuando lo hacen, más vale que la cocina esté impecable y que cada elemento del local cumpla la normativa.
Porque en estas inspecciones no solo se controla el número de mesas o el volumen del altavoz. También se revisan aspectos técnicos, esenciales. Uno de ellos, fundamental: la campana industrial. Ese elemento olvidado que debería ser el pulmón de la cocina, y que muchos tratan como un trasto más.
La importancia de una campana industrial en fiestas como San Fermín
Una campana industrial en buen estado no solo extrae humo. Extrae problemas. Extrae riesgos. Extrae sanciones. Durante San Fermín, las cocinas trabajan a pleno rendimiento, y cualquier fallo en la ventilación se convierte en una infracción inminente. Las autoridades lo saben, y por eso inspeccionan. Porque un local con grasa acumulada, vapores que lo invaden todo y filtros sucios es una bomba de relojería en mitad de la fiesta.
Y a propósito de filtros, otro elemento clave que suele pasar desapercibido: el filtro campana industrial. Esa rejilla metálica que retiene grasa y evita que todo el sistema colapse. Si no está limpio, si no está homologado o si directamente ni existe, el acta de sanción está más cerca de lo que uno cree. Y hablamos de multas que no bajan de los mil euros, además de la posibilidad de cierre temporal en plena temporada alta.
Esto no va de estética. Va de cumplir, de garantizar condiciones higiénicas mínimas, de proteger al cliente… y a uno mismo. Porque nadie quiere salir en las noticias por intoxicación o incendio por negligencia.
Revisión técnica y normativa: clave para evitar sanciones
En estos días de locura, el ritmo de trabajo es frenético. Pero eso no puede justificar que se pase por alto la revisión técnica del equipamiento de cocina. La limpieza diaria de la campana, el buen estado del filtro, la correcta evacuación de humos, y hasta la verificación de que los conductos no estén obstruidos. Todo eso, señores, también entra en el radar de las inspecciones.
Y cuando un técnico del Ayuntamiento accede a la cocina y encuentra grasa reseca, ruido anormal o un olor que invade el comedor, lo anota. Porque el reglamento es claro, y quien lo incumple, lo paga.
Consejos prácticos desde el blog de cocinas industriales
En medio de este caos organizado, conviene acudir a fuentes fiables. Este blog de cocinas industriales lo advierte con claridad: preparar un bar o restaurante para un evento como San Fermín no es solo cuestión de personal o de reservas. Es cuestión de infraestructura. De invertir, de anticiparse.
Desde elegir una campana con potencia suficiente hasta implementar un sistema de filtros intercambiables, cada decisión técnica suma. Y si algo falla, mejor detectarlo antes del 6 de julio que el 9, con el local lleno y los agentes llamando a la puerta.
Además, hay recursos al alcance de todos: guías de mantenimiento, protocolos de limpieza profesional y recomendaciones sobre marcas y modelos con garantía. Ignorar todo eso por ahorrar unos euros puede salir carísimo cuando llegue la visita del inspector.
Otros errores que no se deben cometer
No solo se trata de campanas y filtros. Las sanciones también caen por:
- Invadir zonas de paso con mobiliario de terraza.
- No respetar los horarios de cierre.
- Superar los límites de aforo.
- No disponer de carteles visibles con las normas de evacuación.
- Falta de higiene en baños y zonas de manipulación de alimentos.
Todos estos puntos son revisados. No hay excusas. San Fermín no perdona al despistado ni al negligente.
Fiesta sí, pero con cabeza
Los Sanfermines son una joya. Una explosión de cultura, tradición y diversión. Pero también son un reto logístico y legal para quienes se ganan la vida entre fogones y copas. Los bares y restaurantes deben estar a la altura. Y eso implica prever, invertir, cumplir. No basta con colgar un cartel y abrir la persiana.
Porque en esta fiesta, quien no respeta las normas se arriesga a lo peor: cerrar en el mejor momento del año. Y eso, amigos, no lo arregla ni la mejor facturación del mundo.

