Fachada ignífuga de lana de roca no frena la expansión del incendio, alertan expertos

Fachada ignífuga de lana de roca no frena la expansión del incendio, alertan expertos

Una fachada que presume de ser ignífuga. Un material —la lana de roca— que, por normativa, debería frenar el avance de las llamas. Y, sin embargo, el fuego devoró el edificio en cuestión de horas. La escena ocurrió en Valencia, pero podría repetirse en cualquier otra ciudad si no se toman medidas urgentes. Expertos y técnicos en construcción coinciden: la seguridad contra incendios de las edificaciones modernas necesita revisión, refuerzo y, sobre todo, más control.

El desconcierto entre lo que dice la teoría y lo que muestra la realidad

En Campanar, un incendio iniciado en un balcón arrasó 14 plantas de viviendas. El edificio estaba aislado con lana de roca y placas de aluminio. A priori, materiales seguros. Sin embargo, las llamas avanzaron como si no hubiese nada que las frenase. La pregunta inevitable: ¿cómo puede una fachada ignífuga de lana de roca no frenar la expansión del incendio?

Vecinos relatan que “las placas caían ardiendo” y que el fuego parecía moverse por la fachada como por una autopista. Las investigaciones apuntan a un posible material termoplástico, quizá una resina adherente usada junto al aluminio, como uno de los responsables de avivar el desastre. Una combinación letal que convierte una fachada técnica en un cóctel inflamable.

Y aquí es donde entra un debate incómodo: ¿es suficiente la normativa actual? ¿Están realmente preparados nuestros edificios frente a un fuego violento? Porque si un aislamiento que en teoría protege, en la práctica se convierte en un canalizador de llamas, entonces algo falla.

En este contexto, cobran especial importancia las ignifugaciones valencia, que no sólo consisten en aplicar materiales resistentes al fuego, sino en diseñar con cabeza, elegir productos certificados y garantizar su instalación correcta. No basta con la etiqueta ignífuga: hay que entender cómo reaccionan los materiales entre sí y en condiciones reales.

Más allá del material: la trampa del “efecto chimenea”

Uno de los fenómenos más peligrosos en fachadas ventiladas es el llamado “efecto chimenea”: la cámara de aire entre paneles y estructura puede funcionar como un conducto perfecto para que el fuego suba sin freno. La normativa obliga a instalar barreras cortafuegos cada cierto número de plantas, pero ¿se cumple esta medida a rajatabla? ¿Se revisa su ejecución? ¿Se inspecciona su mantenimiento?

A esto hay que sumar la duda sobre qué había realmente detrás del aluminio. Algunos expertos apuntan al poliuretano, un material prohibido desde 2017 por su altísima inflamabilidad. Otros insisten en que la lana de roca —aunque ignífuga por definición— pudo estar combinada con otros elementos menos seguros.

En cualquier caso, el debate ya está encima de la mesa: incluso los materiales aceptados y en teoría incombustibles deben revisarse si los resultados prácticos no son los esperados. El aislamiento ignifugo valencia cobra cada vez más protagonismo en este contexto, no solo por su función térmica, sino como auténtica barrera de vida o muerte en caso de incendio.

Normativas en revisión: la urgencia de actuar antes de que arda otro edificio

Técnicos como Antonio Blázquez, del CSIC, insisten en que la normativa española es de las más exigentes de Europa. El Código Técnico de la Edificación (CTE) establece parámetros claros, pero la realidad constructiva —entre promociones antiguas, materiales innovadores no siempre bien evaluados y prácticas constructivas cuestionables— se aleja peligrosamente del papel.

Los expertos apuntan la necesidad de revisar los materiales industriales que llegan a obra, incluso antes de que se apruebe una reforma legal. Herráez, decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, propone anticiparse con inspecciones municipales proactivas, sin esperar al calendario habitual de ITE. Porque, cuando hablamos de fuego, el tiempo no es oro: es vida.

En este sentido, los medios especializados, como este blog contra incendios, están desempeñando un papel esencial en la divulgación de riesgos, análisis técnicos y recomendaciones prácticas. Una labor de concienciación que debería acompañar cualquier política de prevención.

El caso Alucobond: ¿culpa del material o del mal uso?

El edificio de Campanar promocionaba sus fachadas con un “material de aluminio tipo Alucobond”. Y como suele pasar, lo que suena moderno se vende bien. Pero ¿era Alucobond realmente? La empresa suiza 3A Composites ha negado rotundamente que sus paneles estén implicados, aunque admite que hay muchos productos similares en el mercado.

Aquí volvemos al mismo dilema: el problema no está en el nombre comercial del panel, sino en su composición interna. Dos láminas de aluminio con un núcleo de polietileno ignífugo pueden ser seguras. Pero si ese núcleo es inflamable, entonces tenemos un problema. Y si a eso le sumamos un sistema de instalación deficiente, una cámara de aire sin barreras y una lana de roca combinada con adhesivos peligrosos… el resultado puede ser exactamente el que vimos en Valencia.

¿Y ahora qué? Arquitectura segura o arquitectura de humo

Este incendio deja más que un rastro de cenizas: deja una exigencia. La importancia de las ignifugaciones en los edificios ya no es una recomendación, es una urgencia. Hay que formar a los técnicos, informar a los promotores, vigilar a los fabricantes y controlar a los instaladores. Y, sobre todo, revisar. Revisar cada fachada, cada cámara, cada unión entre materiales.

Porque si algo ha quedado claro es que no basta con confiar en etiquetas, folletos o certificados. Lo que cuenta es cómo se comportan los materiales bajo presión real. Y si una fachada ignífuga de lana de roca no frena la expansión del incendio, entonces hay que replantear desde la raíz lo que consideramos “seguro”.

Que no vuelva a suceder depende de todos. Porque lo que está en juego no es un edificio: son las vidas que habitan dentro de él.

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