Lo que nadie quiere contar sobre la seguridad contra incendios en Oviedo
Señoras, señores, ciudadanos con derecho a indignarse: hay cosas que en Oviedo se arrastran como una vieja manta llena de polvo. Una de ellas es el silencio, el persistente y oportuno silencio, sobre un tema que, lejos de ser secundario, puede marcar la línea entre la vida y la muerte: la seguridad contra incendios en la ciudad. Y no hablamos de futuribles ni de hipótesis; hablamos de la realidad tozuda, de las losas de hormigón que cubren lo que debería estar disponible y visible: las bocas de incendios equipadas.
La capital del Principado, tan culta, tan peatonal, tan de corte inglés y sidra elegante, guarda en su memoria reciente una herida que no cierra: el incendio en Uría de 2016, donde murió un bombero, Eloy Palacio. No era una catástrofe natural ni un ataque sorpresa. Era un fuego urbano, en pleno centro. Y allí, donde debería haber medios, solo había una boca de incendio. Una. Y encima, enterrada bajo una losa de hormigón. Como si alguien hubiera querido ocultarla a propósito. Como si la ciudad se negara a proteger a quienes la protegen.
Obligaciones ignoradas: cada 200 metros, una boca de incendio
Hay normativas. Hay papeles firmados. Hay deberes que el Ayuntamiento de Oviedo parece llevar en la guantera del coche y no en la agenda del día. Según la normativa vigente, en zonas urbanas debe haber bocas de incendios equipadas, señalizada y en perfecto estado cada 200 metros. ¿Se cumple? Rotundamente, no.
Pero claro, aquí entramos en el terreno de los pasillos oscuros, de los despachos donde el papel se firma con la misma ligereza con la que se ignora. Durante años, el Ayuntamiento y Aqualia se tiraron los trastos por ver quién era responsable del mantenimiento de esas bocas. Que si tú, que si yo, que si el contrato dice esto, pero el anexo dice lo otro. Cuatro años de idas y venidas, mientras la red de hidrantes languidecía y la ciudad se incendiaba por dentro.
Y no hablamos solo de Uría. En la Navidad de 2017, otro incendio en la calle Melquíades Álvarez volvió a dejar en evidencia la precariedad de los medios. Los bomberos denunciaron falta de agua, bocas obstruidas y ausencia de hidrantes funcionales. Aqualia respondió rápido: “hay hidrantes cercanos, en Nueve de Mayo y en Palacio Valdés”. Sí, pero a saber a cuántos metros del fuego. Lo que no dijeron es que no se revisaban ni se mantenían. Porque, según ellos, “el contrato no lo contempla”. Qué cómodo resulta escudarse en el contrato mientras las llamas suben por las ventanas.
El giro inesperado: cuando Aqualia admitió su responsabilidad
Tardaron, pero no tuvieron más remedio. Aqualia reconoció, tres años después, que sí, que el mantenimiento de las bocas de incendio era cosa suya. Y se puso, por fin, manos a la obra: revisiones periódicas, señalización, normalización. Pero ya era tarde para limpiar la imagen, para enmendar el desastre. Porque, en el fondo, admitieron también otra cosa: que llevaban años cobrando al Ayuntamiento medio millón de euros de más por trabajos que no hacían. Y si no es por la presión de los medios, seguirían igual.
Señoras y señores, eso no es una negligencia. Es un escándalo.
La importancia de las BIE incendios en espacios urbanos
No se trata solo de bocas exteriores. La instalación de bie incendios (Bocas de Incendio Equipadas) dentro de edificios públicos, centros comerciales, parkings y espacios de uso masivo es fundamental para contener cualquier inicio de fuego mientras llegan los bomberos. Pero para eso hay que mantenerlas, revisarlas, comprobar que la presión es la adecuada, que las mangueras están operativas, que las señales están a la vista.
Una BIE olvidada es como un extintor vacío: sirve solo para decorar la desgracia.
Por eso resulta tan necesario poner el foco en esta cuestión. Porque lo técnico también es político. Porque no se puede delegar la vida de los ciudadanos en un proveedor que se sacude el polvo del contrato cuando le viene en gana. Porque mientras se discute en las alturas, en el suelo arde lo irrecuperable.
¿Dónde informarse mejor? Este blog de extintores lo explica con claridad
Quien quiera seguir mirando hacia otro lado, que lo haga. Pero quien de verdad desee entender por qué las instalaciones contra incendios son un asunto de máxima prioridad, tiene opciones, como este blog de extintores. No hace falta tener un máster ni leerse un BOE. Basta con pasar por este blog de extintores, donde se explica —con sencillez y rigor— qué elementos componen una red eficaz de protección contra incendios, cómo debe mantenerse, y qué errores no pueden permitirse.
Porque si los técnicos lo saben, si los bomberos lo denuncian, si los medios lo publican… ¿quién tiene el valor de seguir callando?
Una red a la deriva y una administración en pausa
Hoy, la red de bocas de incendio de Oviedo comienza, por fin, a regularizarse. Pero la sombra del abandono sigue presente. Cada boca que no esté en condiciones óptimas es un punto débil que puede costar vidas. Cada retraso en las inspecciones es un riesgo asumido por quienes deberían velar por lo contrario. Y, mientras tanto, el Ayuntamiento apenas informa. Apenas actúa. Apenas responde.
Hay quienes dirán que esto ya se está solucionando. Que ahora sí, que todo está bajo control. Pero los incendios no esperan a que se solucionen los papeles. No esperan a que los técnicos lleguen. No esperan a que el Ayuntamiento publique una nota. Los incendios arden, destruyen y matan. Así de claro.
Lo que Oviedo necesita: responsabilidad, prevención y transparencia
Oviedo, como cualquier ciudad moderna, necesita una red de hidrantes y BIE que funcione. No para cumplir con la normativa por cumplir. Sino porque no hay nada más grave que mirar a los ojos a una familia que ha perdido a alguien por culpa de una boca de incendio cubierta de cemento.
Lo que exige la ciudadanía no es otra cosa que sentido común. Que no haya un solo tramo urbano sin una boca visible, revisada, operativa. Que se informe públicamente del estado de la red. Que se escuchen las denuncias de los bomberos. Que se revise cada contrato, cada factura, cada revisión pendiente.
No se trata de buscar culpables cinco años después. Se trata de evitar que esto vuelva a pasar.

