Estas son las medidas para evitar incendios en época de siega: cuando el calor aprieta y la chispa amenaza.
El verano no perdona y el fuego menos: medidas urgentes para no lamentar
Época de calor, sí, pero también de imprudencias que convierten el monte en cenizas. Otra vez lo mismo. Cada año, al llegar julio, hay quien sigue jugando a la ruleta rusa con el campo. No es magia, es irresponsabilidad. Por eso la Unión de Campesinos de Segovia (UCCL) ha tenido que sacar nuevamente el megáfono para decir lo evidente: los incendios se pueden evitar, pero hay que ponerle ganas, manos y materia gris.
Las zonas rústicas, especialmente aquellas que se encuentran en un radio de 400 metros del terreno forestal, están bajo vigilancia. Y no por capricho. Porque si usted tiene un terreno cerca del monte y no cumple con lo que marca la norma, es como si pusiera una mecha en la puerta de su casa y se marchara a dormir.
La regla es clara y directa: si está a menos de 100 metros de masa forestal, debe mantener una franja limpia de al menos tres metros. Y si linda directamente con el bosque, la limpieza debe ser de nueve metros como mínimo. Plazo máximo: 10 de septiembre. Luego vienen los lloros.
El fuego no se apaga solo: herramientas imprescindibles
En este país, tan dado a improvisar, hay quien aún piensa que el fuego se apaga con buena voluntad y cubos de agua. Craso error. Se necesita estar preparado, y para ello no hay excusa. Porque los medios están al alcance de todos.
Uno de los imprescindibles que no puede faltar en ninguna finca, explotación o zona de trabajo rural es el extintor ABC. Sí, ese que muchos ven como adorno y que, sin embargo, puede ser la línea que separa el susto del desastre. Este tipo de extintor, versátil y eficaz, está diseñado para combatir fuegos de origen sólido, líquido o eléctrico, lo cual lo convierte en el aliado perfecto en entornos rústicos.
Preparación y sentido común: comprar extintores ABC no es un lujo
Ahora bien, tener uno no basta. Hay que saber usarlo y sobre todo, elegir el adecuado. Por eso insistimos: si va a comprar extintores ABC, hágalo con conocimiento. No se trata de adquirir el primero que vea en internet, sino de asegurarse de que cumple con las normativas vigentes, de que está correctamente etiquetado, revisado y con mantenimiento al día.
Hay empresas especializadas que no solo venden, sino que asesoran, instalan y forman. Porque tener un extintor en la pared es inútil si nadie sabe cómo accionarlo en el momento justo. Y créanos: cuando el fuego empieza a devorar, no hay tiempo para leer instrucciones.
El apicultor, siempre en la línea de fuego
Dentro del mundo rural, hay sectores especialmente expuestos. Uno de ellos, quizá el más silencioso, es el de la apicultura. Porque el apicultor no solo trabaja en plena naturaleza, sino que además necesita utilizar fuego en su rutina. Ahí es nada.
Por eso, UCCL recuerda que toda zona de explotación apícola debe contar con al menos tres metros de área cortafuegos, una mochila de 16 litros de agua a mano y, evidentemente, un extintor ABC siempre listo. Nada de suposiciones, nada de improvisar con cubos o ramas.
Más info sobre extintores CO2 y su uso complementario
Aunque el extintor ABC es el más recomendado en ambientes rústicos, no está de más conocer las ventajas del extintor de CO2, especialmente útil en entornos donde haya equipos eléctricos, maquinaria agrícola o generadores. El CO2, al no dejar residuos, es ideal para proteger componentes sensibles sin causar más daño que el fuego.
Por eso, para quienes tengan instalaciones eléctricas o salas de maquinaria cerca del campo, la combinación de extintor abc y CO2 es la estrategia más completa. No se trata de elegir uno u otro, sino de entender qué necesita cada espacio.
Un incendio no da avisos: el 112 debe estar en su memoria
Y aunque tengamos la zona limpia, el extintor listo, el equipo bien formado, el riesgo nunca es cero. Por eso, ante cualquier indicio —humo, olor a quemado, chispas— lo primero es avisar al 112. Sin pensarlo, sin esperar, sin suponer que “ya se apagará solo”.
El tiempo de reacción es vital. Cada minuto cuenta. Y cuando los servicios de emergencia llegan pronto, las consecuencias suelen reducirse notablemente. Lo contrario, ya lo sabemos: titulares, devastación y promesas huecas.
Todos tenemos una parte que cumplir
Esta batalla no es solo de agricultores, ganaderos o apicultores. También es de excursionistas, senderistas, vecinos del entorno rural y visitantes de fin de semana. Porque basta una colilla mal apagada, una barbacoa fuera de lugar o un cristal bajo el sol para arruinar hectáreas y vidas.
Por eso, además de exigir responsabilidad a los profesionales del campo, hay que concienciar a la sociedad entera. No hace falta vivir en el monte para quemarlo. Basta con actuar como si nada pasara.
La prevención es el único cortafuegos real
Se puede legislar, sancionar, patrullar, vigilar con drones. Pero si no hay prevención activa, nada cambia. Y esa prevención empieza con medidas tan sencillas como limpiar la maleza, comprar extintores abc y estar atentos.
Porque al final, lo que se pierde con un incendio no se mide solo en hectáreas. Se mide en décadas de trabajo, en biodiversidad extinguida, en un legado rural que se esfuma sin remedio.
Actuar hoy para no llorar mañana
Si usted trabaja en el campo, o vive cerca de zonas rurales, o simplemente valora la naturaleza, haga su parte. No espere al fuego para correr. Prepárese ahora. Revise su finca, mantenga sus zonas cortafuegos, busque más info sobre extintores co2, hágalo cuanto antes. Recuerde que el fuego no da segundas oportunidades.
Que no sea el fuego quien dicte la lección
La lucha contra los incendios no se gana con lamentos tardíos ni con palabrería de salón, sino con acciones concretas, conscientes y constantes. Tener un extintor a mano, mantener las franjas de seguridad limpias, seguir las recomendaciones de UCCL y formarse adecuadamente no son favores que se hacen al medio ambiente: son obligaciones mínimas para convivir con él sin destruirlo.
No esperemos a que arda el primer monte para tomar en serio lo que ya sabemos de sobra. Si el verano es inevitable, que también lo sea nuestra preparación. Porque cuando la negligencia prende, ni los helicópteros alcanzan a apagar la culpa.

