Incendio en Santa Eugènia de Berga: una tragedia que desnuda las carencias en seguridad industrial

Incendio en Santa Eugènia de Berga: una tragedia que desnuda las carencias en seguridad industrial.

Cuando el fuego no avisa y la prevención brilla por su ausencia

La jornada del 14 de julio quedará grabada en la memoria de Santa Eugènia de Berga no como un día más de actividad industrial, sino como una mañana infernal. Pasaban las 9:45 horas cuando el silencio de una nave textil ubicada en la calle Canigó fue abruptamente interrumpido por el crepitar de las llamas. Un incendio feroz, veloz y despiadado se desató en el interior de la fábrica, dejando a su paso destrucción, caos y, lo más grave, un trabajador en estado crítico.

Nueve dotaciones de Bombers de la Generalitat acudieron con urgencia al lugar. El humo, negro y espeso, se elevaba como un aviso que podía verse a kilómetros. Las sirenas se mezclaban con gritos y órdenes rápidas. En medio de ese pandemonio, un hombre luchaba por salir de una trampa de calor y ceniza. Fue evacuado, sí, pero con quemaduras de gravedad que obligaron a su traslado inmediato al hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

Un polvorín textil: materiales inflamables y negligencia de fondo

Los primeros informes apuntan a que el fuego se originó en una zona de almacenaje de materiales altamente combustibles. Telas, fibras sintéticas, maquinaria eléctrica… el combo perfecto para un infierno desatado en segundos. Las llamas, al parecer, no necesitaron invitación: arrasaron con todo, sin encontrar grandes obstáculos ni resistencia.

Y aquí es donde el asunto se pone serio. Porque no se trata solo de una nave industrial. Se trata de una cadena de errores evitables, de una cultura de la prevención ignorada, de protocolos que existen sobre el papel pero que no siempre se aplican.

A esa altura de la tragedia, ni siquiera un buen extintor co2 hubiese sido suficiente para frenar el avance del fuego. Pero el problema no es que no se haya podido apagar el incendio cuando ya era demasiado tarde. El problema es que faltaron medidas que hubieran evitado que el incendio se iniciara.

La importancia crítica del extintor CO2 en espacios industriales

En entornos donde se manejan instalaciones eléctricas, cuadros de mando, transformadores y maquinaria pesada, el extintor co2 es una herramienta insustituible. Su capacidad para sofocar fuegos de tipo B y C (líquidos inflamables y equipos eléctricos) lo convierte en un elemento indispensable para cualquier fábrica que se precie de responsable.

El dióxido de carbono actúa desplazando el oxígeno, elemento esencial para que el fuego se mantenga vivo. Al no dejar residuos y ser completamente limpio, permite actuar con eficacia sobre sistemas eléctricos sin provocar daños secundarios. De ahí que su presencia no sea opcional, sino obligatoria en contextos de riesgo eléctrico.

Quien administra una fábrica, una planta de producción o una nave como la que ardió en Santa Eugènia, debe tener claro que comprar extintores CO2 no es una formalidad, es una inversión directa en seguridad, en prevención, en protección real.

La falta de planificación: el verdadero combustible de los incendios

Porque no basta con cumplir por cumplir. Aquí no valen los atajos. Hay que comprar extintores co2 certificados, mantenerlos revisados y formar al personal sobre cómo y cuándo usarlos. Es inadmisible que, en pleno 2025, aún haya empresas que consideran a los sistemas de protección contra incendios como gasto y no como inversión.

Si el incendio de Santa Eugènia ha dejado algo claro, es esto: la improvisación mata. No se puede confiar en la suerte cuando lo que está en juego son vidas humanas y estructuras económicas enteras.

Las normas lo dicen claro. El Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios establece revisiones trimestrales, retimbrados cada cinco años y señalización adecuada. Pero más allá del papel, lo importante es la cultura de la prevención. Sin esa conciencia, todo protocolo queda en nada.

Más info sobre extintores CO2: lo que toda empresa debe saber

Para aquellas empresas que necesitan más info sobre extintores CO2, estas deben estar al tanto de que un extintor CO2 requiere colocarse en zonas próximas a los cuadros eléctricos, en lugares donde el fuego por combustión de líquidos inflamables puede aparecer y, muy especialmente, en áreas de difícil acceso o manipulación sensible. Debe estar visiblemente señalizado, con acceso libre y personal formado para su uso inmediato.

Además, los extintores deben someterse a inspecciones periódicas por parte de empresas acreditadas, que certifiquen su funcionamiento y presurización correcta. De nada sirve tener un equipo colgado en la pared si, cuando se le necesita, no responde.

Hay que recordar que estos extintores no sustituyen a los sistemas automáticos de detección y supresión de incendios, sino que actúan como la primera línea de defensa. Y en incendios como el de Santa Eugènia, esa primera línea puede ser la única entre la vida y la muerte.

No más excusas, la prevención debe ser ley moral

Hoy, una familia reza por la vida de un trabajador. Una empresa cuenta los daños. Y una comunidad se pregunta qué pudo haberse hecho distinto. Las respuestas están ahí: en la formación, en los extintores bien ubicados, en la planificación, en la seriedad con la que se tome la prevención.

Porque el fuego, amigos, no perdona distracciones. No admite errores. No espera a que uno reaccione. Llega, arrasa y deja cenizas donde antes había rutina.

Y por eso, no hay excusas válidas para no estar preparados. No se trata de miedo, sino de responsabilidad. De saber que detrás de cada botón, cada motor y cada cable, hay personas. Y que esas personas merecen seguridad.

Que lo de Santa Eugènia no sea una nota más. Que sea el punto de inflexión.

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