Inacción en seguridad contra incendios en Parque Mediterráneo preocupa a la comunidad

Inacción en seguridad contra incendios en Parque Mediterráneo preocupa a la comunidad

En el corazón del distrito de Carretera de Cádiz, entre los muros del Parque del Oeste y los bloques residenciales de Parque Mediterráneo, late una preocupación que crece con cada día que pasa. Los vecinos miran con inquietud las fachadas de sus edificios, conscientes de que una chispa fortuita podría poner a prueba no solo la rapidez de los bomberos, sino la eficacia —o mejor dicho, la ausencia— de un plan real de protección contra incendios. Lo que en 2016 se prometió como una intervención inminente, hoy es un proyecto olvidado en un cajón municipal.

Un proyecto que duerme el sueño de los justos

Hace ya seis años, la Gerencia de Urbanismo de Málaga elaboró un proyecto técnico con una finalidad clara: permitir el acceso de camiones de bomberos y ambulancias a través de un pasaje peatonal estrecho que separa el Parque del Oeste del conjunto residencial de Parque Mediterráneo. El plan, valorado en más de 732.000 euros, incluía la ampliación del vial, la instalación de hidrantes y un sistema de iluminación adaptado a emergencias. Su ejecución estaba prevista en apenas ocho meses. Han pasado seis años, y lo único que permanece inalterable es el muro y el silencio administrativo.

El informe del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) del Ayuntamiento fue contundente: “es imposible acceder con medios de altura” a las fachadas de 192 viviendas distribuidas en ocho bloques. La solución parecía sencilla: ampliar el pasaje y hacerlo transitable para vehículos de emergencia. Pero la mezcla de burocracia, titularidades cruzadas y desinterés institucional ha dejado a cientos de familias expuestas a un riesgo evitable.

Porque, si algo debería ser indiscutible hoy, es que la seguridad contra incendios no puede posponerse. Vivimos en una época donde el fuego —ese enemigo silencioso— no perdona demoras ni debates administrativos. Una inversión a tiempo no solo salva infraestructuras; salva vidas. Y eso, en cualquier contexto, debería ser suficiente argumento para actuar.

En este contexto, resulta esencial recordar la importancia de equipamientos de seguridad como la bie 45 mm, que garantiza la respuesta inmediata ante un foco de incendio, incluso antes de la llegada de los equipos profesionales.

La pasividad administrativa que enciende la indignación vecinal

Los vecinos no reclaman lujo ni modernidad; reclaman lo que el sentido común dicta. Javier Millán, portavoz de la Asociación de Vecinos Nueva Realidad, ha contado en múltiples ocasiones cómo el proyecto fue ocultado durante años bajo excusas vagas. “Siempre nos decían que estaba en revisión, que había problemas de competencias o presupuestos. Pero lo cierto es que nadie ha querido mover una piedra”, afirma con frustración.

Su compañera, María José García, presidenta de la asociación, recuerda que ya en 2018 advirtió del peligro tras el incendio de dos palmeras en el pasaje. “No hizo falta más que una chispa para ver cómo ardían las copas y cómo los bomberos no podían entrar. Imagina que no son palmeras, sino un salón con una familia dentro”.

Y es que la inacción institucional tiene consecuencias que no se ven… hasta que se sienten. Las llamas no esperan permisos ni informes. Por eso, la comunidad insiste en que el proyecto se reactive de inmediato, antes de que la estadística se convierta en tragedia.

Infraestructura obsoleta, riesgo creciente

El pasaje entre el Parque del Oeste y los bloques residenciales fue concebido en su día como zona verde y de esparcimiento. Pero la realidad actual exige algo más: un corredor de emergencia, despejado, con acceso directo y medios de intervención inmediata. La ausencia de hidrantes, la vegetación espesa y la falta de espacio para maniobrar convierten este enclave en un punto crítico en caso de siniestro.

Incluso la titularidad del terreno —mitad pública, mitad privada de uso común— ha sido excusa recurrente para justificar la parálisis. Sin embargo, los expertos en seguridad recuerdan que los planes de autoprotección deben estar por encima de los trámites patrimoniales. Cuando la vida está en juego, la propiedad pasa a un segundo plano.

Es aquí donde surge la necesidad de revisar los sistemas de abastecimiento de agua, las válvulas y los equipos de emergencia. Las BIE son fundamentales en entornos residenciales de alta densidad, ya que permiten actuar con rapidez en los primeros minutos de un incendio, evitando que las llamas se propaguen sin control.

Lo que está en juego: la vida cotidiana de cientos de vecinos

Pedro Bayón, presidente de la Mancomunidad de Propietarios de Parque Mediterráneo, no conocía siquiera la existencia del proyecto de la GMU hasta agosto de este año. Su preocupación es la misma que la de muchos: ¿cómo evacuar a cientos de vecinos si el acceso de los bomberos es imposible? “En 40 años no ha pasado nada”, decía Millán, “pero nadie puede asegurar que mañana no pase”.

El riesgo no está en el fuego, sino en la falta de preparación. Y ese riesgo, hoy, tiene nombre y dirección: Parque Mediterráneo. La gestión de emergencias no puede basarse en la suerte. Cada minuto cuenta, y cada metro de vial sin acceso puede marcar la diferencia entre una intervención eficaz o una catástrofe.

Por eso, insistimos en la necesidad de implementar una estrategia completa de protección activa contra incendios, que incluya sistemas automáticos de detección, redes de rociadores, BIEs en funcionamiento y mantenimiento periódico de todos los equipos. La tecnología está ahí. Solo falta la voluntad política para aplicarla.

La conciencia ciudadana: último dique ante el fuego

En una sociedad moderna, la concienciación vecinal es la primera línea de defensa. Conocer los protocolos de evacuación, saber cómo actuar ante un conato de incendio o incluso identificar dónde están los equipos de extinción puede marcar la diferencia. Pero esa formación debe ir acompañada de medios. Ningún curso de autoprotección sustituye a una manguera conectada a presión o a un extintor en condiciones.

La historia reciente nos ha mostrado lo que ocurre cuando las alarmas se ignoran. Desde el trágico incendio de Campanar en Valencia hasta los siniestros en naves industriales sin revisión técnica, cada caso ha sido una lección que muchos olvidan con demasiada rapidez. Parque Mediterráneo no puede convertirse en otro ejemplo de la misma negligencia repetida.

La seguridad no admite excusas

Hablar de “inacción en seguridad contra incendios” no es solo un titular alarmista: es una advertencia. Un aviso de que los proyectos técnicos, por detallados que sean, no salvan vidas si no se ejecutan. Hoy, los vecinos de Parque Mediterráneo no piden milagros, sino coherencia. Quieren que lo prometido en 2019 se haga realidad. Que las palabras “imposible” o “irrealizable” se sustituyan por “prioritario” y “en marcha”.

Porque en materia de incendios, cada segundo importa. Y cada decisión aplazada puede ser la diferencia entre una comunidad segura o un barrio en ruinas. Si algo ha demostrado la historia de este rincón de Málaga es que la prevención no puede esperar a la tragedia. Y si el fuego llega —porque siempre puede llegar—, que nos encuentre preparados, no desprotegidos.

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