Fuego en la cocina de un restaurante provoca su desalojo en la céntrica plaza Bib-Rambla

Fuego en la cocina de un restaurante provoca su desalojo en la céntrica plaza Bib-Rambla

Era lunes, y el aroma a ajo sofrito y bullicio turístico flotaba en la plaza Bib-Rambla, en pleno corazón de Granada. A las 12:15, sin embargo, ese aroma se tornó en humo espeso y el bullicio en sirenas. El fuego en la cocina de un restaurante obligó al desalojo inmediato del local y activó a los servicios de emergencia. No hubo heridos, pero la tensión y el susto marcaron el mediodía de decenas de comensales y trabajadores que, en segundos, se vieron en la calle mirando las llamas lamer la fachada desde el interior.

El origen fue tan habitual como evitable: una campana extractora saturada de grasa, en una cocina que funcionaba sin un sistema de extinción automática. Y ese detalle, que a menudo pasa desapercibido, puede marcar la diferencia entre un susto controlado o una tragedia con consecuencias fatales.

Un incendio evitable: la grasa, el enemigo silencioso

La acumulación de grasa en campanas, filtros y conductos de extracción representa uno de los principales riesgos en cocinas profesionales. La grasa es un combustible potente, y cuando se calienta lo suficiente, prende con furia. Así ocurrió en este restaurante, donde el fuego se inició en la cocina del primer piso, en un edificio de cuatro plantas, propagándose con rapidez por los conductos del sistema de extracción.

En cuestión de minutos, el humo envolvió todo el local. Afortunadamente, los trabajadores del establecimiento actuaron con rapidez y evacuaron el edificio antes de que la situación se descontrolara. La intervención de los bomberos fue clave para evitar que el fuego alcanzara otros locales colindantes. Pero el daño ya estaba hecho.

Una vez más, se evidencia la necesidad crítica de contar con sistemas de extinción cocinas en campanas industriales. No se trata de una opción, sino de una medida esencial de seguridad.

Evacuación, actuación y contención: cronología de una emergencia

Las primeras llamadas llegaron al 112 alrededor de las 12:15. Una decena de alertas simultáneas advertían de un incendio en el número 8 de la plaza. En minutos, se movilizaron dotaciones de Bomberos de Granada, Policía Nacional y Policía Local. La zona fue acordonada mientras los efectivos evacuaban el resto del edificio. La cocina ardía y el humo se colaba por las rejillas del sistema de ventilación.

Los técnicos confirmaron después que el foco del incendio se localizó en la campana extractora. Un punto que podría haberse extinguido automáticamente en segundos si se hubiera dispuesto de un sistema automático de extinción de incendios en cocinas. En su ausencia, los minutos se convirtieron en llamas y las llamas en daños estructurales.

La cocina profesional y los sistemas pasivos de protección

En la actualidad, los riesgos asociados al uso intensivo de aceites, grasas y altas temperaturas hacen que las cocinas industriales sean uno de los focos más vulnerables en bares y restaurantes. Por eso, no basta con tener extintores manuales o sistemas de evacuación. La legislación europea y nacional avanza en la línea de exigir sistemas automáticos de extinción, especialmente en campanas extractoras.

Estos sistemas están diseñados para activarse automáticamente ante altas temperaturas o presencia de llamas. Su eficacia es inmediata: cortan el suministro de gas y liberan un agente extintor sobre la zona afectada. Son discretos, compactos y salvadores. De hecho, muchos incendios como este podrían haberse contenido en segundos con un sistema así. Basta echar un vistazo a casos documentados como este: incendio en cocinas industriales, donde se describen situaciones similares con desenlaces mucho más graves.

La falsa sensación de seguridad en cocinas sin sistemas automáticos

Hay algo que flota en el ambiente de muchas cocinas de restaurante: una falsa sensación de control. “Nunca nos ha pasado”, “limpiamos regularmente”, “tenemos extintores a mano”… Todas frases habituales que el fuego desmiente en segundos. La grasa no avisa. El aceite arde sin compasión. Y el humo, el más traicionero, se expande sin pedir permiso.

En el caso de la plaza Bib-Rambla, no hubo heridos. Pero hubo pérdidas, miedo, reputación en juego y locales vecinos que vieron interrumpido su servicio. La hostelería es una maquinaria delicada, y cualquier incidente, por pequeño que sea, impacta en reservas, en valoraciones, en costes.

La normativa se endurece, pero la prevención es responsabilidad del hostelero

La normativa contra incendios en establecimientos de pública concurrencia no deja de evolucionar. Cada vez son más los ayuntamientos y comunidades autónomas que incorporan en sus planes de seguridad la obligatoriedad de disponer de sistemas de detección y extinción automática en cocinas profesionales.

Sin embargo, mientras el reglamento llega o no llega, es el empresario hostelero quien debe asumir la prevención como un pilar de su modelo de negocio. Apostar por instalar un sistema automático de extinción en una campana extractora no es un gasto: es una inversión. En seguridad, en tranquilidad y en cumplimiento normativo futuro.

El fuego no avisa, pero la tecnología sí responde

El fuego que sorprendió al restaurante de la plaza Bib-Rambla es un aviso para todos. No importa cuántos años llevas cocinando sin incidentes: basta un mal día, un mal mantenimiento, una grasa rebelde. La única forma de evitar daños mayores es anticiparse. Y eso se hace con sistemas automáticos, con inspecciones técnicas y con compromiso profesional.

Hoy, el local desalojado hace balance. Mañana, otros podrían evitar ese balance si actúan a tiempo. Porque en hostelería, el verdadero éxito no está solo en el plato, sino también en lo que hay sobre la campana.

Porque el fuego puede arder sin ruido, pero las consecuencias siempre hacen estruendo.

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