Lunes, 12:15 del mediodía. Granada. Plaza Bib-Rambla. El corazón palpitante del centro histórico comienza a latir con fuerza, pero no por las terrazas llenas ni por el bullicio típico de la zona. No. El aire se tiñe de humo y alarma. Diez llamadas consecutivas al 112 alertan de lo que ya es evidente desde la calle: un incendio en la cocina de un restaurante ubicado en el número 8 de la emblemática plaza.
Los bomberos acuden con la rapidez del que ya conoce el escenario. Es la tercera vez en lo que va de mes que acuden a sofocar un fuego originado en una cocina profesional. Y aunque la situación queda controlada —gracias, una vez más, a la pericia de los equipos de emergencia—, lo ocurrido deja algo más que olor a chamuscado: deja preguntas incómodas, de esas que nadie quiere responder en frío.
Extinción de cocinas: la asignatura pendiente del sector hostelero
El fuego, cuando aparece en una cocina, no negocia. Actúa. Se expande. Se alimenta de grasa, aceite y calor. Y si no encuentra resistencia en su camino, no se detiene hasta que todo arde. Aquí es donde entra en juego un término que debería ser tan habitual como el cuchillo cebollero o el horno: extinción cocina.
La extinción automática en cocinas no es un capricho técnico ni una moda tecnológica. Es la herramienta que convierte segundos de ventaja en vidas salvadas. Y lo que es peor: cada vez que falta, deja en evidencia que algo tan elemental sigue sin calar en la mentalidad de muchos responsables de locales.
El precio sistema automático de extinción de incendios en cocinas: lo barato sale caro
Uno de los argumentos que más se repite —con una mezcla de ignorancia y temeridad— es el económico. Que si no hay dinero, que si el sistema es costoso, que si ya tenemos extintores manuales. La realidad es otra: el precio sistema automático de extinción de incendios en cocinas oscila, en la mayoría de instalaciones, entre los 1.000 y 3.000 euros. Es decir, menos de lo que cuesta una semana con el local cerrado tras un incidente. Y bastante menos que una demanda por daños o una sanción administrativa.
¿Y a cambio? Una red silenciosa y eficaz que detecta anomalías, actúa sin intervención humana y protege tanto a trabajadores como a clientes. Porque aquí no se trata solo de salvar locales, sino de evitar tragedias personales.
Aplicación de la UNE 17446 sobre extinción automática en cocinas: normativa que salva
Pongamos los puntos sobre las íes. La norma UNE 17446:2021 es el marco que regula la instalación, mantenimiento y verificación de los sistemas de extinción automática en cocinas comerciales. Su aplicación de la UNE 17446 sobre extinción automática en cocinas es, más que una recomendación, una exigencia técnica que marca un antes y un después en la seguridad hostelera.
La norma establece la necesidad de que estos sistemas:
- Sean automáticos y autónomos.
- Cubran las zonas de mayor riesgo: freidoras, planchas, filtros, conductos.
- Utilicen agentes extintores no contaminantes y seguros para personas.
- Incluyan sistemas de detección térmica calibrada.
Todo lo que no se ajuste a esta norma no es un sistema seguro. Es una falsa sensación de protección.
Granada, espejo de lo que aún no se quiere mirar
Volvamos a la mañana del lunes. El restaurante afectado tuvo suerte. El fuego no provocó víctimas ni se propagó al resto del edificio. Pero fue cuestión de minutos. De haber ocurrido durante el servicio del almuerzo o con más clientes dentro, la evacuación podría haber sido caótica.
Lo grave no es el suceso. Lo grave es la falta de preparación previa. Porque el incendio no es un cisne negro. Es un viejo conocido de los fogones, que aparece tarde o temprano si no se toman medidas.
Y mientras algunos locales se afanan por decorar sus fachadas con luces led o renovar sus cartas con propuestas “gastro”, siguen cocinando con campanas grasas, sin sistemas de extinción automática, sin revisión periódica de ductos y sin cumplir la norma UNE que dicta lo mínimo exigible.
Extinción automática: no es opción, es obligación
Desde el primer momento en que un local decide tener cocina caliente, la decisión debe ir acompañada de una premisa: todo lo que genere fuego debe poder ser apagado sin intervención humana.
No vale delegar todo en un cocinero estresado ni confiar en que el extintor de polvo seco servirá en caso de necesidad. La extinción automática debe estar:
- Instalación por profesionales certificados.
- Integrada en el sistema de extracción.
- Revisada cada seis meses como mínimo.
- Registrada en el plan de autoprotección del local.
Todo lo demás es improvisación. Y la improvisación, cuando se trata de fuego, se paga muy caro.
Aprendamos antes de que sea tarde
Cada incendio como el de Granada es una oportunidad perdida de haber actuado antes. De haber evitado el susto. De haber ahorrado la visita de los bomberos, las sirenas, el cierre temporal y la mancha mediática.
La tecnología existe. La normativa también. Solo falta que el sector hostelero entienda que la seguridad no se negocia. Que invertir en sistemas automáticos no es derrochar, sino proteger. Que cada cliente que entra en un restaurante confía su vida, además de su apetito.
La Plaza Bib-Rambla ya ha tenido su aviso. ¿Cuántas plazas más necesitan el suyo?

