El fuego en su coche no avisa, pero sí consume: advertencia sin filtros desde el taller.
Una chispa, un olvido y todo arde en segundos
España, verano, asfalto hirviendo, y un coche que empieza a echar humo mientras el conductor pone cara de póker. No es una broma. Es lo que pasa cuando dejamos al destino lo que debería resolverse con responsabilidad. Y es que no lo decimos por dramatismo ni por gusto: los incendios en vehículos son una realidad creciente que muchos prefieren ignorar… hasta que les toca.
Nos lo recuerda con claridad demoledora un mecánico de los de verdad, Juan José, que no tiene tiempo para adornos y que ha visto más motores arder que muchos bomberos en prácticas. Lo dice desde el taller, entre herramientas y piezas chamuscadas: su coche puede ser una trampa de fuego si no lo revisa a tiempo. Y no, no hay excusas. Ni vale hacerse el sorprendido.
El interior del capó: tierra de nadie
Hay conductores que creen que mientras el coche arranque y suene bonito, todo está bien. Falso. Muchos vehículos circulan con fugas de combustible, cables pelados y conexiones eléctricas improvisadas. Todo esto, sumado al calor del motor, puede terminar en una combustión espontánea que transforma su coche en una antorcha rodante.
Pero claro, luego nos quejamos cuando aparece la desgracia, cuando es demasiado tarde para reaccionar. Y no será porque no lo advirtieron. Porque mecánicos, técnicos y expertos en seguridad llevan años alertando de esta situación. La prevención no está de moda, pero debería ser obligatoria.
La prevención empieza con la venta de extintores
Aquí entramos en un tema tan obvio como olvidado. ¿Por qué demonios seguimos circulando sin un extintor a bordo? ¿Qué cuesta más: un extintor o un coche calcinado? La respuesta es evidente, pero la inacción también lo es.
La venta de extintores no es solo cosa de negocios, naves industriales o comunidades de vecinos. Debería ser una conversación normal en cualquier concesionario o taller. Porque cada coche sin extintor es un riesgo innecesario. Porque cada incendio que se pudo evitar pero no se evitó, es una lección pagada con fuego.
Un extintor portátil salva más que coches
Compacto, ligero, funcional. Eso es un extintor portátil bien elegido. No ocupa más que una botella de agua grande, pero puede detener un incendio antes de que el motor quede reducido a chatarra. Sin embargo, seguimos dejándolo fuera de la ecuación.
Llevar un extintor portátil debería ser una norma no escrita en cada vehículo particular. Ya no hablamos solo de flotas, camiones o autobuses. Hablamos de coches familiares, utilitarios, furgonetas de reparto. Todos ellos están expuestos a los mismos riesgos eléctricos o de combustible. Y todos ellos merecen tener herramientas para responder a tiempo.
Cumplir la normativa extintores es proteger vidas
Es curioso cómo muchos cumplen con la ITV como quien pasa un examen sin estudiar, cruzando los dedos y esperando que nadie mire demasiado. Pero cuando hablamos de fuego, eso no basta. La normativa extintores establece criterios muy concretos para su instalación, revisión y uso.
Y aunque en algunos vehículos particulares no sea obligatoria, el sentido común debería superar la legislación mínima. Porque al fuego no le importan los artículos legales. Solo necesita oxígeno, un poco de calor y un descuido.
Cumplir con la normativa extintores no es un trámite: es una forma de asegurar que el equipo que llevamos realmente funciona cuando hace falta. Es verificar presión, caducidad, capacidad. Es no comprar cualquier cosa en Internet por ahorrarse diez euros. Es, en definitiva, hacer las cosas bien.
El mantenimiento no es opcional: es supervivencia
No basta con instalar un extintor y olvidarlo. Hay que revisarlo periódicamente, como se revisa el nivel de aceite o la presión de las ruedas. Porque el día que lo necesitemos, no habrá margen para excusas.
Además, el mantenimiento del coche tampoco puede ser superficial. Es fundamental verificar el sistema eléctrico, los puntos de conexión, los manguitos y mangueras, especialmente en vehículos con más de ocho o diez años. Es ahí donde se concentran los mayores riesgos, donde el desgaste empieza a hacer de las suyas.
El fuego no distingue marcas, gamas ni precios. Puede arder un utilitario de segunda mano igual que un deportivo recién sacado del concesionario. Lo que marca la diferencia es el cuidado que se le da, el estado de sus componentes y la rapidez con que se detectan las anomalías.
Una llamada de atención que no debemos ignorar
Las advertencias de profesionales como Juan José deberían ser leídas, compartidas y comentadas como lo que son: avisos de urgencia. No para crear alarma, sino para abrir los ojos. Porque el incendio que arrasó el coche del vecino mañana puede ser el suyo.
Y lo peor de todo es que la mayoría de esos incidentes se habrían podido evitar con una revisión a tiempo, con una reparación preventiva, con un simple extintor al alcance de la mano.
Educación, conciencia y acción inmediata
Urge educar. Urge que los conductores sepan qué hacer si ven humo, si huelen gasolina, si sienten un chispazo. Urge que cada vehículo lleve un extintor visible, cargado, revisado. Urge cambiar la mentalidad de “eso nunca me pasará” por la de “mejor estar preparado”.
Porque, en la carretera, la única garantía real no es la suerte. Es la prevención.

