Los bares siguen acumulando multas por no tener la licencia de apertura en regla
Mientras unos tiran de tirador y otros levantan la persiana con la ilusión del primer día, hay quienes olvidan que, en el tablero legal de la hostelería, las reglas están para cumplirse. Y cuando se olvidan, las multas por carecer de licencia de apertura no se hacen esperar. A pesar de las advertencias, los expedientes sancionadores se acumulan en los despachos municipales como vasos en la barra de un sábado por la noche.
Según datos recientes, el número de sanciones impuestas a bares por no contar con una licencia de apertura en regla sigue creciendo. Y no se trata de una tendencia nueva. Desde hace más de una década, los ayuntamientos —especialmente en las capitales— mantienen una vigilancia estricta sobre los negocios de hostelería que abren al público sin cumplir con los requisitos legales mínimos.
Declaración responsable: la piedra angular olvidada
Uno de los principales errores de muchos hosteleros es no presentar, o hacerlo de forma incompleta, la llamada declaración responsable. Este documento, lejos de ser una mera formalidad burocrática, es el que habilita legalmente a un local para iniciar su actividad desde el primer día. Sin la licencia de apertura o declaración responsable, el establecimiento está expuesto no solo a una clausura fulminante, sino también a sanciones económicas que oscilan entre los 1.000 y los 3.000 euros, dependiendo de la gravedad de la infracción.
Las cifras hablan por sí solas. En un solo año, se han registrado más de 200 expedientes en ciudades medianas y grandes por esta causa. Lo preocupante no es la cantidad, sino la reincidencia: muchos locales, advertidos una y otra vez, vuelven a abrir sin subsanar sus errores.
Multas por incumplimiento: un goteo constante en el sector
Más allá de la ausencia de licencias, las infracciones más comunes tienen que ver con el incumplimiento de las condiciones de la actividad. Cocinas no declaradas, instalaciones eléctricas no autorizadas o la instalación de equipos audiovisuales sin comunicarlo previamente al ayuntamiento son moneda corriente en los partes de inspección.
Este tipo de negligencias suele derivar en sanciones de entre 1.000 y 3.000 euros, dependiendo del grado de modificación no autorizada. Según fuentes municipales, en apenas cuatro meses se han incoado más de 100 expedientes por este motivo, lo que evidencia que, en muchos casos, hay una dejadez preocupante a la hora de cumplir con la normativa urbanística y de seguridad.
Todo ello se traduce en un escenario en el que los ayuntamientos, saturados de expedientes, han intensificado las campañas de inspección, provocando que se multipliquen las multas en bares por no tener licencia. Y el problema no parece tener freno.
Ruido, alcohol y horarios: las infracciones que completan el menú
Si a la falta de licencias se le suma el incumplimiento de horarios de cierre, la emisión de ruidos musicales o la venta de alcohol a menores, el panorama se vuelve aún más preocupante. Solo en lo que va de año, se han impuesto decenas de sanciones por permitir la entrada a menores, venderles alcohol o superar el aforo permitido por licencia.
La sanción económica por este tipo de infracciones es mucho más severa. La venta de alcohol a menores, por ejemplo, conlleva una multa de hasta 6.000 euros y el cierre cautelar del local durante un mínimo de dos meses. Un castigo que, en la práctica, puede suponer el fin definitivo del negocio.
Por otro lado, muchos de estos establecimientos tampoco cumplen con la normativa técnica y de seguridad exigida a los locales de pública concurrencia. En especial, las inspecciones en materia de hostelería revelan instalaciones obsoletas, sistemas de extracción inadecuados y una alarmante falta de equipamiento contra incendios.
Kafka y el efecto dominó de las grandes clausuras
Uno de los casos más sonados fue el cierre de la sala Kafka, un local que acumulaba múltiples infracciones: exceso de aforo, obstrucción de salidas de emergencia, presencia de menores consumiendo alcohol e incluso permisividad con el consumo de tabaco en el interior. La propuesta de sanción fue demoledora: 30.000 euros y clausura por dos años. Aunque la propiedad presentó recurso, el mensaje fue claro: los márgenes para la irregularidad son cada vez más estrechos.
Este caso marcó un antes y un después en la política de inspecciones. Desde entonces, la presión sobre los locales ha aumentado. Las patrullas conjuntas de Policía Local y Nacional se han vuelto más frecuentes en zonas de ocio, y las inspecciones aleatorias son ahora el pan de cada noche.
Consecuencias económicas y reputacionales para los bares
No tener una licencia de apertura en regla no solo supone una sanción administrativa. También implica una pérdida de confianza entre proveedores, clientes y hasta en el vecindario. Un bar clausurado por infracciones graves pierde el doble: dinero y reputación. Además, muchos propietarios no contemplan que este tipo de sanciones son públicas y pueden figurar en boletines oficiales o registros urbanísticos, lo que dificulta futuras aperturas o traspasos.
Algunas recomendaciones para evitar multas en la apertura de un bar
- Presentar correctamente la declaración responsable desde el primer día de actividad.
- Solicitar la licencia de actividad o apertura antes de realizar cualquier reforma o instalación.
- Cumplir estrictamente los horarios y los límites de aforo.
- Actualizar las instalaciones de seguridad y mantenerlas conforme a la normativa vigente.
- Evitar modificaciones estructurales sin permiso (cocinas, audiovisuales, etc.).
Los bares, epicentro de la vida social en nuestro país, deben ser también ejemplo de legalidad. Ignorar la normativa puede suponer el cierre del negocio o un coste económico insalvable. En un contexto de vigilancia creciente, tener la documentación en regla ya no es una opción: es la única forma de sobrevivir.

