Incendio en Son Castelló provoca intervención masiva de bomberos

Incendio en Son Castelló provoca intervención masiva de bomberos

La noche cayó sobre Palma con ese aire templado de octubre que suele anunciar calma. Pero en el Polígono de Son Castelló, el sosiego se rompió de golpe. Una columna de humo negro ascendía al cielo como una advertencia muda: algo estaba ardiendo, y lo hacía con fuerza. Eran las 20:30 horas cuando el primer aviso llegó a los servicios de emergencia. Minutos después, el rugido de los motores de los Bombers de Palma quebró el silencio industrial del Gremi de Fusters.

Las llamas, vigorosas y hambrientas, se habían apoderado de una nave dedicada al sector alimentario. En cuestión de minutos, el fuego avanzó con una velocidad que solo los materiales combustibles pueden ofrecer: cartones, plásticos, aceites… todo colaboraba con esa danza infernal. La magnitud del incendio obligó a desplegar un dispositivo de emergencia inédito en los últimos meses en la capital balear. Bomberos, Policía Nacional y Policía Local coordinaron una operación milimétrica para evitar una tragedia mayor.

Una intervención rápida que evitó un desastre mayor

Los bomberos lograron controlar el fuego con profesionalidad y frialdad, aunque no sin esfuerzo. El interior de la nave, de unos ochenta metros de longitud, quedó seriamente dañado. Parte del techo cedió ante el calor, y las labores de ventilación se prolongaron hasta la madrugada del domingo. A esa hora, el aire olía a humo y a alivio: el incendio estaba controlado, pero las consecuencias materiales eran evidentes.

Este tipo de siniestros ponen sobre la mesa un asunto que demasiadas veces se deja para mañana: la importancia de la protección contra incendios en las naves industriales. Las llamas no perdonan el descuido, y en entornos donde conviven maquinaria, electricidad, aceites y plásticos, el riesgo se multiplica. Hoy, más que nunca, entender cómo proteger una instalación industrial no es un lujo técnico, sino una obligación moral y legal.

Por ello, las empresas deben apostar por soluciones profesionales de ignifugación de naves industriales, un proceso que garantiza que los materiales estructurales resistan el avance del fuego, dando a los equipos de emergencia el tiempo necesario para intervenir y salvar vidas y patrimonios.

El fuego no perdona: materiales, negligencias y la falta de mantenimiento

Según ha declarado el jefe del Cuerpo de Bomberos de Palma, Eder García, el incendio se originó en una zona concreta de la nave, afectando a unos 40 metros cuadrados donde operaban dos negocios distintos. Los daños, aunque concentrados, pusieron de manifiesto la fragilidad de ciertas instalaciones frente a un evento térmico de gran intensidad. A menudo, las inspecciones preventivas y la actualización de los sistemas de detección y evacuación quedan en segundo plano. Hasta que el fuego decide recordarlo.

La acumulación de materiales inflamables, la falta de sectorización adecuada o la inexistencia de un plan de autoprotección actualizado son factores recurrentes en este tipo de sucesos. Y, aunque suene a obviedad, todavía son muchas las empresas que no contemplan un proyecto contra incendios nave industrial adaptado a su actividad y a la normativa vigente.

Las consecuencias de esta falta de planificación pueden ir más allá de las pérdidas materiales. Un incendio puede paralizar la producción, comprometer contratos y generar daños reputacionales irreparables. En un mundo donde la eficiencia y la sostenibilidad son valores en alza, la prevención de incendios se ha convertido en un eje esencial de la gestión empresarial.

La realidad invisible: el riesgo permanente en zonas industriales

Son Castelló no es un polígono cualquiera. Es uno de los pulmones económicos de Palma, un entramado de más de mil empresas de distintos sectores que conviven a escasos metros unas de otras. Esa proximidad, que tanto favorece la logística, también se convierte en una amenaza latente cuando el fuego aparece. Un incendio en una sola nave puede propagarse a las colindantes en cuestión de minutos si no existen medidas de protección pasiva adecuadas.

La protección pasiva contra incendios —esa gran olvidada— es, precisamente, la que puede marcar la diferencia entre un susto y una catástrofe. Revestimientos ignífugos, puertas cortafuego, sellados de paso y sectorizaciones bien ejecutadas no solo cumplen con la ley: salvan vidas. Su función no es apagar el fuego, sino detener su avance y ganar tiempo, ese bien tan escaso cuando las llamas empiezan a respirar oxígeno.

Las investigaciones preliminares apuntan a un posible fallo eléctrico como origen del incendio en Son Castelló. Una hipótesis que, aunque frecuente, no debe servir de excusa. Las instalaciones industriales deben revisarse de forma periódica, con especial atención a los cuadros eléctricos, la ventilación de hornos o los sistemas de climatización. Cada detalle cuenta, porque el fuego siempre empieza por un detalle.

El valor de la prevención: más allá de la reacción

Cuando el incendio ya ha comenzado, el tiempo se mide en segundos. La temperatura se dispara, el humo ciega, el acero se deforma. En ese escenario, los bomberos actúan como última línea de defensa. Pero la verdadera batalla se libra antes, en la prevención. La normativa española, cada vez más rigurosa, establece requisitos específicos para la instalación de equipos de detección, alarma y extinción. Sin embargo, de poco sirve tenerlos si no se revisan con la frecuencia debida.

Desde nuestra experiencia en el sector, sabemos que la cultura de la prevención aún tiene camino por recorrer. No basta con instalar extintores o rociadores automáticos. Es necesario formar al personal, actualizar los planes de evacuación y asegurarse de que cada nave industrial cuente con los certificados de resistencia al fuego adecuados. Una nave ignifugada no solo cumple con la ley: se blinda frente a lo imprevisible.

El eco del incendio y la llamada a la responsabilidad

En la mañana siguiente al incendio, el polígono de Son Castelló amaneció con el olor a humo todavía flotando en el aire. Los curiosos, los dueños de las naves colindantes, los trabajadores que regresaban a sus rutinas… todos miraban el edificio afectado con la misma sensación: “Podría habernos pasado a nosotros”. Y es que el fuego no distingue logotipos ni balances; solo busca combustible. La reflexión es inevitable y necesaria.

El incendio en Son Castelló ha vuelto a poner en el centro del debate la necesidad de reforzar la seguridad industrial en España. No se trata solo de cumplir con la normativa, sino de asumir que el futuro pasa por instalaciones más seguras, sostenibles y responsables. Porque cada chispa que se apaga antes de nacer es una historia que no se convierte en tragedia.

La prevención, el mejor extintor

La intervención masiva de los bomberos en Son Castelló evitó una catástrofe mayor. Su trabajo fue ejemplar, pero no debería ser necesario llegar a esos extremos. Las empresas deben entender que invertir en protección contra incendios no es un gasto, sino una garantía de continuidad, reputación y vida. Ignifugar, sectorizar, revisar… verbos que salvan.

Hoy, mientras los peritos analizan los restos calcinados de aquella nave, la pregunta flota en el aire: ¿qué habría pasado si se hubiera actuado antes? La respuesta, por desgracia, ya no importa. Lo que sí importa es que otros aprendan la lección antes de que el fuego vuelva a escribirla.

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